En una sociedad frenética como la actual, donde todo sucede a velocidades elevadas y donde el estrés se mezcla con el ocio desenfrenado, el consumo de drogas y un individualismo que dificulta la conciencia de uno mismo a través del grupo, la esquizofrenia está teniendo una mayor relevancia para el común de las personas, dado el significativo aumento de los casos diagnosticados.
En este artículo, abordaremos el tema de la esquizofrenia desde una perspectiva médica y psiquiátrica, para entender a la perfección qué es este trastorno, dónde tiene su origen, y cuáles son los tratamientos que pueden ayudar a reducir sus brotes.
La esquizofrenia es un desorden psiquiátrico que, por norma general, suele conducir a quien la padece a contar con una percepción de la realidad totalmente alterada, de forma que, en casos graves, pueda llegar a existir una gran distancia entre la realidad y lo que el cerebro del paciente interpreta.
En este sentido, en un paciente que sufre esquizofrenia, es habitual que se den alucinaciones auditivas y visuales, pensamientos confusos, imposibilidad de pensar a largo plazo y establecer metas, y dificultad para mantener relaciones personales y expresar emociones.
Como puedes suponer por estos síntomas, la esquizofrenia dificulta enormemente la vida en comunidad al paciente, razón por la cual la sociedad suele mostrar un rechazo natural hacia los esquizofrénicos, pese a que no sean peligrosos necesariamente por padecer la enfermedad.
Por lo general, la esquizofrenia afecta a los adultos más jóvenes, con una tasa de afectación sobre el total de la población de entre un 0.4 y un 0.6%, aunque otros estudios señalan que el porcentaje podría alcanzar el 1%.
Además de los efectos psicológicos, tras muchas pruebas científicas y médicas, también se ha encontrado que los pacientes esquizofrénicos cuentan con un funcionamiento deficiente de algunos sistemas de neurotransmisores y algunas anomalías anatómicas en el cerebro.
No obstante y pese a estas coincidencias, no se considera que esto esté directamente relacionado con la aparición de la esquizofrenia como enfermedad mental.
Por otro lado, es importante señalar que la presencia de la esquizofrenia en los países subdesarrollados es sustancialmente menor, aunque todavía no se han ofrecido teorías lo suficientemente consistentes de por qué esto sea así, y no se ha conseguido establecer una relación válida entre el ritmo de vida de las sociedades occidentales desarrolladas y la aparición de la esquizofrenia.
Pese a que hace algunos años la esquizofrenia se categorizaba de una forma distinta, en la actualidad se considera que la mejor organización de los diferentes tipos de esquizofrenia es aquella que distingue entre la de tipo paranoide, la de tipo hebefrénica, la de tipo catatónico, la de tipo indiferenciado y la de tipo residual.
Como hemos comentado en el apartado de qué es la esquizofrenia, todavía no se conocen las causas que contribuyen a desarrollar la enfermedad. Sin embargo, existen numerosos estudios al respecto, que puede ser interesante conocer para alcanzar algunas conclusiones que, sin ser definitivas, puedan indicarnos cuál puede ser un buen punto del que partir.
Pobreza y desigualdad
En primer lugar, es importante señalar que, a nivel mundial, la esquizofrenia presenta muy poca variación entre países. Es cierto que en los países subdesarrollados su presencia es algo menor, pero la variación es relativamente baja, a diferencia de lo que sucede con otras enfermedades asociadas a los países del primer mundo.
Además, se ha demostrado mediante varios estudios que aquellos inmigrantes que llegan a un nuevo país, tienen una propensión mayor a sufrir la enfermedad. Este punto es importante, ya que la probabilidad de sufrir esquizofrenia se dispara en ellos tanto en relación con el país de llegada, como en relación con el país de origen.
Por otro lado, también se han realizado estudios que han terminado indicando que la presencia de la esquizofrenia puede variar mucho dentro de cada país, siendo mayor la proporción en aquellas zonas con menor nivel de vida.
Esto podría indicar que el nivel de vida y la falta de una perspectiva vital a largo plazo puede contribuir a que aparezca la enfermedad, aunque, como veremos posteriormente, esto no es en absoluto concluyente.
Genética
En segundo lugar, también se ha analizado en profundidad el cómo los antecedentes familiares puede ser determinante a la hora de padecer o no esquizofrenia.
En este sentido, se ha comprobado que aquellas personas que tienen algun familiar de primer grado que sufre esquizofrenia, sufren hasta un 10% más de riesgo de acabar padeciendo ellos también la enfermedad. Dicho riesgo aumenta en el caso de que haya más de un familiar con la enfermedad.
Aunque no se ha demostrado, existe la propuesta teórica de que, en el caso de que dos esquizofrénicos tuvieran hijos, un tercio de ellos serían esquizofrénicos, un tercio serían excéntricos, y otro tercio no presentarían ningún trastorno.
Se han realizado multitud de experimentos a este respecto, hasta el punto de que hoy en día, existe un consenso bastante amplio acerca de que el origen de la enfermedad es genético y no ambiental, aunque todavía no hay pruebas concluyentes de ello.
Factores prenatales
Otra de las causas que se han propuesto para explicar la esquizofrenia, es la de que en los momentos previos al parto hubiese algún tipo de complicación. Así, se ha propuesto que la infección del virus de la influenza, la desnutrición de la madre o la asfixia perinatal pueden contribuir a que, al alcanzar la edad adulta, el recién nacido sufra esquizofrenia.
Sin embargo, las pruebas realizadas a este respecto, tampoco se han demostrado concluyentes, por lo que el factor genético se tiene más en cuenta para explicar el origen de la enfermedad que los factores prenatales.
Estrés
Al hilo del primer punto, también se ha identificado el estrés como posible desencadenante de la enfermedad. Sin embargo, es importante distinguir “desencadenante” de “causa”. Que una situación estresante desencadene la enfermedad, no implica que sea la causa.
No obstante, dejando a un lado esa matización, también se han propuesto factores sociales estresantes, como la discriminación social o racial, como posibles causas de la esquizofrenia. Además, la falta de un hogar estructurado, el desempleo o un tipo de vida que no llega a los mínimos deseables en una sociedad desarrollada, también podrían contribuir a la aparición de la esquizofrenia.
Todo ello se ve reforzado por el hecho de que la esquizofrenia tiene una mayor presencia en las áreas urbanas que en las áreas rurales, donde el ritmo de vida es menos estresante y más tranquilo.
Sin embargo, es importante señalar que este tipo de teorías, además de ser muchas y muy variables (hay decenas de teorías diferentes que relacionan los factores ambientales estresantes con la esquizofrenia), no resultan en absoluto concluyentes, habida cuenta de la baja proporción de esquizofrénicos que hay en las ciudades y su no aumento en tiempos de crisis.
Consumo de drogas
Cerca de un 50% de los esquizofrénicos abusan de diferentes tipos de drogas. Sin embargo, no se ha encontrado una relación de causalidad consistente al respecto, ya que, de hecho, el hecho de padecer esquizofrenia parece suponer una predisposición al consumo abusivo de drogas (por lo que la esquizofrenia sería causante del consumo de drogas, y no al revés).
En este sentido, se ha investigado mucho acerca de la influencia del consumo de marihuana en el desarrollo de la esquizofrenia, llegando a arrojar resultados más o menos consistentes que vendrían a corroborar la hipótesis de que un consumo abusivo de marihuana puede propiciar la aparición de la enfermedad.
Sin embargo, se ha investigado muy poco con otras drogas, y, de hecho, para muchos psiquiatras, el consumo de drogas no es la causa de la enfermedad, sino que los pacientes consumen drogas como forma de automedicación para superar los estados de depresión, ansiedad o aburrimiento asociados a la enfermedad.
Pese a que existen algunas otras hipótesis, estas son las más recurrentes y sobre las que más se ha investigado. Es probable que ninguna de ellas sea la acertada, o que todas ellas puedan influir en la aparición de la esquizofrenia. Sin embargo, a día de hoy, la causa de la esquizofrenia continua siendo desconocida.
Los síntomas de la esquizofrenia se dividen en dos grupos diferenciados, que ayudan a realizar el diagnóstico correctamente. Estos dos grupos son los síntomas positivos (experiencias y conductas anormales), y los síntomas negativos (ausencia de conductas y experiencias normales).
A continuación, te detallamos los más importantes de cada grupo.
Pese a que existen algunos otros síntomas, estos son los más importantes y reconocibles, por lo que son los que señalamos aquí. No obstante, durante un diagnóstico de esquizofrenia, también se analizan algunos otros posibles síntomas, que son menos visibles pero suelen ser comunes.
Por norma general, está bastante aceptado entre los psiquiatras el que un paciente con esquizofrenia pero con los síntomas negativos poco desarrollados (o sin presencia de los mismos) pueda llegar a tener una vida en sociedad bastante normal entre las crisis que pueda padecer.
Sin embargo, los pacientes con esquizofrenia suelen tener tendencia al abuso de drogas, lo cual, de forma indirecta, acaba generando problemas sociales. Así, es normal que los esquizofrénicos acaben siendo internados, aunque sea de forma temporal, de forma repetida.
Por otro lado, en el caso de que el paciente sufra un trastorno psicótico y desorganizado demasiado fuerte, es probable que sea completamente incapaz de satisfacer sus necesidades básicas, y sea incapaz de proveerse comida, ropa o techo. Esta es la razón fundamental por la que la presencia de la enfermedad entre los vagabundos sea tan alta. La esquizofrenia causa el vagabundeo, no al revés.
Además, el grado de violencia que un esquizofrénico puede llegar a ejercer aumenta a medida que aumentan sus síntomas psicóticos, por estar más alejados de la realidad. Por otro lado, y aunque sobre esto no hay consenso científico, se ha propuesto que la presencia de tendencias homicidas entre esquizofrénicos se da con mayor frecuencia entre aquellos pacientes que sufren delirios de cariz religioso.
Es por las razones anteriormente expuestas que, en muchos casos, los enfermos de esquizofrenia acaban siendo recluidos de forma permanente en algún centro de salud mental. No obstante, puesto que muchos de estos pacientes han tenido a lo largo de sus vidas dificultades económicas y, dadas sus dificultades para las relaciones personales, no han podido tener hijos, hay otro grueso de esquizofrénicos que no están atendidos médicamente y que, por norma general, terminan en la calle.
El diagnóstico de la esquizofrenia se lleva a cabo a través de la observación de los síntomas y los signos propios de la enfermedad, pero no existe ningún tipo de prueba que garantice o señale que dicha persona está sufriendo esquizofrenia. No obstante, durante el diagnóstico, se aplican diferentes tipos de pruebas que sirven para descartar otro tipo de enfermedades.
Por lo general (y aunque a lo largo del siglo XX se dieron muchas otras guías para diagnosticar la dolencia), para diagnosticar la esquizofrenia deben cumplirse los siguientes criterios:
1. Síntomas característicos
Para diagnosticar la esquizofrenia se necesitan, como mínimo, dos de los siguientes síntomas:
Cabe señalar, no obstante, que, en el caso de que las alucinaciones (especialmente auditivas) pueden ser motivo suficiente para diagnosticar la esquizofrenia, aunque no estén presentes el resto de síntomas. Ello dependerá del tipo de alucinación que sea.
2. Disfunción social
Se suele diagnosticar esquizofrenia cuando el paciente, además de los demás criterios, no consigue alcanzar unas cotas mínimas esperadas de desempeño social (en las relaciones personales, laborales o académicas).
En el caso de que la enfermedad se desarrolle a una edad adulta, suele considerarse que se padece esquizofrenia cuando, además de los demás criterios, el desempeño social ha disminuido desde que se comenzó a realizar el seguimiento
3. Duración
Para que la esquizofrenia se considere tal, deben haber estado presentes algunos de los síntomas propios de la enfermedad durante, al menos, un mes (a no ser que se hayan tratado y hayan remitido). Además, debe verse el efecto residual que queda tras sufrir dichos síntomas, y, por lo general, también deben observarse los síntomas negativos, los cuales no desaparecen al mismo tiempo que los positivos.
4. Otros
En este criterio se añaden todas aquellas pruebas y observaciones que tienen como objetivo eliminar la posibilidad de que le trastorno sea pasajero y debido a problemas afectivos o el consumo de drogas, por ejemplo. De este modo, se garantiza que la enfermedad tiene su origen en la mente del paciente y no está condicionada ni provocada por factores externos.
¿Es una forma correcta de diagnosticar la enfermedad?
Lo cierto es que el método de diagnosticar la esquizofrenia dado anteriormente es un método que, pese a ser el dominante y el que actualmente se utiliza, está bastante en duda desde hace algún tiempo por varias razones.
El primero de los argumentos que se utilizan para desacreditar ese tipo de diagnósticos, es que involucran características que no tienen por qué representar realmente un problema mental. Por ejemplo, existen multitud de personas que no se pueden calificar como esquizofrénicas, pero que tienen experiencias psicóticas o algún tipo de delirio leve.
Por otro lado, también se critica el hecho de que no haya pruebas objetivas para determinar la enfermedad, sino que es un observador subjetivo (el psiquiatra) quien determina si existe o no un problema mental o si se da o no se da un determinado síntoma.
De hecho, a este último respecto se han realizado algunos estudios, los cuales han venido a demostrar que un mismo paciente puede ser estudiado por dos psiquiatras distintos y el consenso entre ambos acerca de si el paciente sufre o no esquizofrenia no supera el 65% de coincidencia.
A partir de estas críticas, muchos especialistas han propuesto una reevaluación de la forma de diagnosticar la enfermedad, aunque eso, a corto plazo, parece que no va a suceder.
No obstante, y como dato más anecdótico que sustancial, hay que mencionar que Japón, desde el 2004, no reconoce la esquizofrenia como un diagnóstico válido, sino que se sustituyó por el de “trastorno de la integración”.
Como ya hemos comentado, la esquizofrenia es una enfermedad crónica, lo cual significa que no tiene cura. Sin embargo, también es importante señalar que se trata de una enfermedad con una buena respuesta al tratamiento.
Por las características y la complejidad de la enfermedad, no obstante, hay que señalar que el tratamiento también es complejo, y que debe ser multifacético. Por norma general, el tratamiento se basa en la utilización de fármacos al mismo tiempo que se lleva a cabo una terapia psicológica.
Además, se intenta ofrecer un servicio de redes asistenciales que permitan al paciente mantener una vida más o menos ordenada, lo cual contribuye a que no tenga que pasar tiempos demasiado prolongados hospitalizados o internados.
Lo primero que hay que comentar al respecto de los fármacos utilizados para tratar la esquizofrenia, es que su efectividad está condicionada por la genética del paciente. No obstante, existen numerosos tests comercializados que permiten al médico, desde un primer momento, conocer qué fármacos son los más adecuados para cada paciente.
Aclarado este punto, hay que señalar que los fármacos utilizados para tratar la esquizofrenia son, en su mayoría, antipsicóticos, los cuales se utilizan para mitigar las crisis que sufren los pacientes de forma esporádica.
La función de estos antipsicóticos es la de actuar en el cerebro bloqueando los receptores de dopamina y serotonina, lo cual impide que la psicosis se desarrolle en gran medida en sus fases agudas.
Por otro lado, es importante señalar que existen dos grupos de antipsicóticos, a saber, los típicos y los atípicos, siendo los primeros más peligrosos que los segundos, tanto por su menor efecto (no todos los pacientes responden igual y los síntomas no remiten de una forma tan clara), como por sus efectos secundarios.
Además de los antipsicóticos, también se han utilizado benzodiazepinas con el objetivo de reducir el grado de agitación del paciente. Sin embargo, se ha demostrado que su acción por sí sola no es suficiente, y deben utilizarse siempre junto a los antipsicóticos. Cabe mencionar, además, que su efecto es muy variable de un paciente a otro.
Al margen del tratamiento farmacológico, también se recurre a las terapias, con el fin de que el paciente entienda mejor su problema y, de ese modo, pueda combatir desde dentro su enfermedad.
Un claro ejemplo de cómo un paciente puede combatir su enfermedad sin ayuda de fármacos externos fue John Forbes Nash, Premio Nobel de Economía en 1994 y que fue capaz de superar su enfermedad sin fármacos ni ayuda externa.
¿Qué terapias pueden ayudar a un paciente con esquizofrenia?
Las terapias relacionadas con la esquizofrenia pueden dividirse en dos grandes grupos, que son las terapias individuales y las terapias de grupo o psicosociales. Las primeras están orientadas a que el paciente comprenda mejor su enfermedad, mientras que las segundas se enfocan en mejorar su relación con las demás personas y su vida en sociedad.
Terapias individuales
En cuanto a las terapias individuales, por lo general, suelen basarse en conversaciones entre el paciente y su psicólogo o psiquiatra, y, como comentábamos anteriormente, buscan que el paciente comprenda mejor su enfermedad a partir de la conversación centrada en las experiencias pasadas o presentes, así como en los problemas que el paciente siente que padece.
Mediante esta terapia, el paciente puede llegar a comprender cuál es la diferencia entre lo real y lo distorsionado. Además, el psicólogo o psiquiatra puede enseñar al paciente diferentes tipos de técnicas de adaptación, que ayudan al paciente a enfrentarse a diferentes tipos de situaciones, con lo cual los riesgos de no superar el día a día en sociedad se ve mitigado.
Por último, hay que señalar que, aunque la psicoterapia es muy efectiva y tiene efectos muy beneficiosos para el paciente, no constituye, bajo ningún concepto, una sustitución del tratamiento farmacológico, ya que la psicoterapia no previene una crisis, y, durante las crisis, el paciente puede no ser capaz de utilizar lo aprendido durante la psicoterapia.
Terapias grupales
Por otro lado, en el caso de las terapias de grupo o psicosociales, la labor de los psicólogos o psiquiatras es ayudar a los pacientes a alcanzar un grado de desenvolvimiento en sociedad aceptable.
Por lo general, estas terapias suelen tener una parte de conversación entre diferentes pacientes y el psicólogo o psiquiatra (o entre el psicólogo, el paciente y terceras personas que no padecen la enfermedad) y otra parte de capacitación sobre el terreno, con asesoría a la hora de encontrar empleo o asistencia en el hogar para llevar a cabo el día a día durante un plazo de tiempo determinado.
Se ha demostrado que este tipo de terapias contribuyen a reducir de forma sustancial las recaídas, aunque, al igual que sucede en las terapias individuales, no es en absoluto recomendable sustituir el tratamiento farmacológico por la terapia, sino que deben ser complementarias.
Por último, hay que señalar que la necesidad de utilizar terapias (ya sean individuales o grupales) se deriva del hecho de que el tratamiento farmacológico tiene un muy buen efecto sobre los síntomas positivos, mientras que no actúa sobre los síntomas negativos.
Es por ello, además, que la psicoterapia no sustituye el tratamiento farmacológico, puesto que la terapia no tiene efectos sobre los síntomas positivos, aunque sí sobre los negativos. Es necesario, por lo tanto, llevar a cabo ambos tipos de tratamientos al mismo tiempo.
Lo cierto es que, habida cuenta de que la esquizofrenia tiene un alto componente genético, no existe prevención posible frente a ella. No se conoce ningún método para prevenir la esquizofrenia, y lo único que puede hacerse es estar atento a los síntomas para detectarla a tiempo.
Los cambios en el comportamiento habitual de una persona, por ejemplo, puede significar que la enfermedad está presente y puede aflorar en cualquier momento. En estos casos, es fundamental llevar a cabo un diagnóstico precoz.
Algunas de las prevenciones que se han propuesto por parte de algunos psicólogos y psiquiatras son el aumento de los recursos personales, el aumento de la tolerancia al estrés, la mejora en las relaciones interpersonales, etc.
Por supuesto, no consumir drogas, especialmente psicotrópicas, contribuye a que no se dé ninguna situación que pueda acabar originando la enfermedad.
Sin embargo, hay que insistir en que la esquizofrenia tiene un alto componente genético, por lo que los anteriores puntos deben tenerse muy en cuenta si en la familia ya ha habido algún caso. Al mismo tiempo, el hecho de que una persona tenga sucesos estresantes o traumáticos en su vida, cambie su conducta o consuma drogas, no implica necesariamente que vaya a desarrollar la enfermedad, ya que, como hemos señalado, en gran medida, es una enfermedad hereditaria.
Como puede observarse, la esquizofrenia sigue siendo un misterio a día de hoy. Se ha avanzado mucho en el cuidado y la respuesta ante la enfermedad, sobre todo a partir de los últimos veinte años, pero todavía queda un largo camino por recorrer para entender y dar una respuesta satisfactoria a esta dolencia que cada día es más común en nuestras sociedades.