Todos hemos experimentado en mayor o menor medida algún tipo de obsesión; ideas o pensamientos automáticos que escapan a nuestro control, imágenes desagradables que nos asaltan de forma involuntaria, o creencias infundadas como las supersticiones. Los comportamientos compulsivos también son frecuentes entre la población. Sin embargo, cuando este tipo de vivencias o comportamientos empiezan a afectar a las relaciones con los demás, o provocan sufrimiento, la persona podría estar padeciendo el cuadro sintomático de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que debe ser diagnosticado y tratado.
Obsesión, del latín obssesio, significa “perturbación anímica producida por una idea fija”, e “idea que con tenaz persistencia asalta la mente”, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Por su parte, compulsión, que deriva de la palabra latina compulsio, hace referencia a una “inclinación, pasión vehemente y contumaz por algo o alguien”. Este primer acercamiento etimológico es de gran ayuda para dar el primer paso en la comprensión del trastorno obsesivo-compulsivo.
El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones, compulsiones o ambas cosas a la vez. De hecho, en la mayoría de casos, ambas afecciones están relacionadas: las compulsiones son la respuesta con la que la persona se enfrenta a las obsesiones, generalmente, para aliviar la ansiedad que estas últimas le producen. Sin embargo, unas u otras pueden prevalecer, o tener un mayor protagonismo dependiendo de cada paciente.
En el siguiente apartado analizaremos con más detalle en qué consisten las obsesiones y las compulsiones.
El trastorno obsesivo-compulsivo presenta un amplio abanico de síntomas diversos que varían dependiendo del individuo. Además, el cuadro sintomático se solapa con el de otras enfermedades, lo cual dificulta enormemente su diagnóstico. Los síntomas más comunes son:
Las personas que padecen este trastorno experimentan pensamientos, imágenes o impulsos continuos, persistentes y desagradables que les generan ansiedad y malestar.
En el mismo sentido en que, etimológicamente, la palabra obsesión hace referencia a una idea que “asalta la mente”, los pensamientos o impulsos obsesivos se le presentan al paciente como intrusivos, invasivos o ajenos a su personalidad. Sin embargo, son conscientes de que el origen de estas ideas no viene del exterior, sino de su propia actividad mental. Esta característica es muy importante para el diagnóstico de esta patología , dado que permite diferenciar este síntoma de otros como la “inserción de pensamiento” propio de la esquizofrenia.
El contenido de las obsesiones suele estar relacionado con pensamientos o imágenes violentas, obscenas o amenazadoras. En definitiva, desagradables. A menudo versan sobre enfermedades, catástrofes, accidentes o actos criminales. En algunos casos, las obsesiones amenazan al propio paciente, o a las personas de su entorno.
Las personas aquejadas de trastorno obsesivo-compulsivo intentan resistirse a estas obsesiones, eliminarlas ignorándolas, por ejemplo, o respondiendo con una compulsión.
Existe cierta tendencia a pensar que una compulsión es siempre un comportamiento o conducta, al menos como “impulso”, según veíamos en la definición del DRAE. Sin embargo, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, ya recogía en su cuarta edición (1992) las “acciones mentales” como uno de los tipos posibles de compulsión.
Las compulsiones son, por tanto, conductas o acciones mentales que el individuo realiza, generalmente, para aliviar la ansiedad que le producen las obsesiones, pero que no le aporta placer y solo sirve para librarle de los pensamientos obsesivos de forma momentánea o pasajera.
A menudo, el objetivo de las compulsiones es la de evitar un acontecimiento negativo que el paciente teme de forma obsesiva (por ejemplo, un incendio). La relación entre la compulsión y el mal que pretenden evitar suele ser ilógica o irracional, sin que exista una relación de causa-efecto real (no pisar los huecos entre las baldosas para evitar un terremoto). En otros casos, la compulsión sí podría estar vinculada al daño que se quiere esquivar, aunque resulta improbable (como revisar la cerradura de la puerta por miedo a que entren secuestradores).
Según la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales de la OMS, en su décima versión (CIE-10), los individuos con TOC deben resistirse al menos a uno de sus actos o pensamientos, aunque hayan renunciado a oponer resistencia a otros.
La comunidad científica ha mostrado un gran consenso a lo largo de los años, al considerar que el desarrollo de la enfermedad acaba por minar la voluntad de los pacientes por oponerse a sus obsesiones y compulsiones. No obstante, la mejora en el tratamiento del trastorno ha mejorado mucho las expectativas de las personas que padecen esta afección.
Las compulsiones no ocurren de forma puntual o aislada, sino que tienden a reproducirse una y otra vez, de modo que la iteración, o repetición constante, puede considerarse un síntoma en sí mismo.
El paciente nunca queda del todo satisfecho tras realizar los rituales compulsivos, y esta insatisfacción puede conducir a un círculo vicioso.
Una de las formas comunes que adoptan las compulsiones en los individuos con trastorno obsesivo-compulsivo es la comprobación constante. Un paciente con TOC revisará constantemente las luces, las cerraduras, el gas, etc. Puede que tenga que volver varias veces a su lugar de trabajo para cerciorarse de que todo está en orden y no ha olvidado algo importante al acabar su jornada laboral.
Las personas con trastorno obsesivo-compulsivo, a diferencia que el resto de la población, incrementan sus dudas cuanto más se les expone a un estímulo (es decir, a aquello que deberían recordar). Algunos investigadores han interpretado este hecho como un signo de deficiencia en la memoria. Otros estudios cuestionan estos resultados, concluyendo que la memoria en pacientes con TOC es similar a los de la población normal. Ello podría indicar que no es la memoria, sino la ausencia de seguridad lo que provoca las dudas persistentes.
Las personas con TOC presentan algunos problemas para hacerse una idea global de una situación, fijarse objetivos y planificar estrategias para alcanzarlos. Suelen fijarse más de lo habitual en los pequeños detalles, y sus rituales les hacen menos eficientes cuando se disponen a realizar una tarea. La lentitud es característica en muchos pacientes.
Además de las obsesiones, las compulsiones, la iteración, la duda y la merma en las funciones ejecutivas, existen determinados aspectos que, si bien no son síntomas en sentido estricto, deben ser evaluados en el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo.
El DMS-V, además, ofrece otras a tener en cuenta:
Estos criterios, junto con otros que deben ser valorados por los profesionales de la salud, son muy relevantes para poder realizar un diagnóstico diferencial.
Por su variedad de síntomas, las personas con trastorno obsesivo-compulsivo puede clasificarse en varios tipos:
Esta tipología no es exhaustiva, dado que la gran heterogeneidad del trastorno hace imposible categorizar todos los posibles cuadros sintomáticos, y algunos pacientes poseen rasgos de varios de estos tipos simultáneamente.
La forma en que se origina la enfermedad ha sido un misterio durante mucho tiempo. Se sospecha que el trastorno se desencadena por la convergencia de varios factores:
Todavía hoy el conocimiento sobre las causas del TOC es muy limitado, aunque el desarrollo de las neurociencias podría seguir arrojando luz sobre la afección.
La prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo, o en otras palabras, el porcentaje de población que padece la enfermedad, es de entre un 2% y un 3%. Suele aparecer en la adolescencia o al inicio de la edad adulta, aunque también puede iniciarse en la infancia. Es muy revelador que el 33% de los adultos con TOC reconozca que padece los síntomas desde su niñez . Muchas personas ocultan los síntomas y no son diagnosticadas. Otras presentan síntomas subclínicos de TOC, pero no llegan a desarrollar el trastorno.
No hay diferencias estadísticas importantes entre hombres y mujeres, aunque existen datos que apoyan la idea de que es ligeramente más común en el sexo femenino. También existen algunas diferencias en la edad de inicio (en hombres, entre los 6-15 años de media; en mujeres, entre los 20-25).
Hasta fechas recientes, los tratamientos para el TOC eran poco efectivos. Por suerte, esta situación a empezado a cambiar. Los posibles tratamientos son:
La investigación continúa y nuevas técnicas en fase experimental, como la estimulación cerebral magnética ,son muy esperanzadoras para el futuro tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo entre otras enfermedades. Este procedimiento consiste en la estimulación de ciertas regiones cerebrales a través de campos magnéticos y nanopartículas que interactúan con ellos para producir los mismos efectos que la cirugía o los implantes de una forma menos invasiva. Sin embargo, hasta que esta tecnología esté más desarrollada, el mejor tratamiento para el TOC es una combinación de antidepresivos y terapia.
En general, el TOC tiene una evolución crónica. El porcentaje de casos que remiten completamente es de alrededor del 20%. El cuadro sintomático suele ser continuado, si bien hay personas que sufren los síntomas de forma episódica, con períodos donde la enfermedad se manifiesta y otros en los que la afección parece remitir.
Con el tiempo, y ante los fracasos continuados por resistirse a las obsesiones y/o las compulsiones, muchos pacientes van cediendo ante los síntomas. En un 15% de casos, la evolución de la enfermedad es severa y termina por ser muy incapacitante para el individuo.
Compaginar la medicación y la terapia suele funcionar para la mayoría de pacientes, proporcionándoles una mejoría significativa y permitiéndoles convivir de la mejor forma posible con el trastorno.
El diagnóstico temprano y la perseverancia en el tratamiento son factores de vital importancia para que las personas con TOC puedan gozar de una calidad de vida aceptable.
Nuria Jiménez Bravo
Me consideraba a mí misma una persona escrupulosa y pensaba que el problema lo tenían los demás, por ser unos inconscientes que descuidaban la higiene y no pensaban en los gérmenes. No podía tocar nada sin correr a lavarme las manos, y cuando estaba en la calle y no podía realizar el ritual de limpieza sufría una gran ansiedad. No salía de casa sin toallitas perfumadas. Entrar a un baño público era una pesadilla que evitaba a toda costa. De tanto lavarme me dañaba la piel de las manos. Todo cambió cuando, conversando con una profesora, de dijo que mis hijos (de 4 y 6 años) estaban volviéndose muy aprehensivos, que interrumpían la clase constantemente para ir al baño a lavarse las manos. Fue como una revelación. Me di cuenta de que estos comportamientos no eran del todo normales y que mi marido, que llevaba años diciéndolo, tenía razón. Fui al psiquiatra y me diagnosticó trastorno obsesivo compulsivo con fijación en la limpieza. Lo que más me asustaba era que no sabía si mis hijos lo habían heredado, o solo me imitaban. Con la medicación lo voy llevando y gracias a Dios, mis hijos no han desarrollado la enfermedad.
Rodrigo E. García Cruz
Necesito comprobar varias veces todo lo que hago. Me cuesta mucho reprimir ese impulso. Una vez regresé cuatro veces a la oficina por la noche para comprobar que había apagado mi ordenador. No podía quitarme de encima las dudas e imaginaba que se incendiaría el edificio por mi culpa, que moriría gente, etcétera. Tenía confianza con mi jefe, que conocía mis dudas constantes, y me dejaba la llave. Una día desapareció material de oficina y parte del equipo informático. ¿¿A quién culparon...?? Al chico joven que tiene la llave y vuelve todas las noches a la oficina. Perdí mi trabajo y en ese momento decidí que había tocado fondo. Comparto aquí mi testimonio por si a alguien le sirve mi experiencia. Estoy seguro de que si hubiera buscado ayuda profesional a tiempo no me habrían echado y me habría ahorrado la vergüenza de que te acusen injustamente. Con la medicación voy bastante bien, aunque las obsesiones no han desaparecido. Empecé la terapia pero la dejé. Aunque quiero retomarla porque creo que me iba bien.
Anónimo
Desde muy joven me venían pensamientos en los que hacía daño a mis familiares o amigos. Estas obsesiones me horrorizaban y me hacían pensar que era mala persona. Pero yo realmente no quería nada malo para ellos, solo eran pensamientos que no podía controlar. Cuando una de estas ideas aparecía, yo intentaba compensarla con un pensamiento positivo que suponía un bien para mis seres queridos. Esta forma de actuar, en lugar de proporcionarme tranquilidad, hacía que aparecieran más obsesiones que tenía que combatir con más pensamientos positivos. Era un círculo vicioso imposible de romper para mí. Me pasaba todo el día cavilando, abstraído, y era incapaz de concentrarme en otras cosas. Conseguir un diagnóstico que me ayudara a entender mi enfermedad... imagínense! Fue un gran alivio. Dejé de pensar que era una mala persona, y entendí que no era responsable de esos pensamientos que entraban en mi mente sin mi permiso.
A. Salvador Iversen
Podés ocultar los síntomas y hacer como si no ocurriera nada. Pero si querés tener una vida más feliz, tenés que reconocer el problema y buscar ayuda. Yo elegí la primera opción durante muchos años. Ojalá alguien me hubiese hablado como lo hago ahora con vos. Me habría ahorrado mucho sufrimiento. Acumulaba todo tipo de cosas inservibles y hacia imposible la convivencia con las personas que me rodeaban.
César Antonio Peñalver
Los rituales me impedían llevar una vida normal y afectaban a la relación con mi pareja, que no entendía el porqué de mi comportamiento. Tardaba horas y horas en hacer cualquier cosa y perdí mi puesto de trabajo, donde ejercía un cargo directivo en una empresa. Desde que decidí ponerme en manos profesionales vivo menos angustiado, tengo trabajo y estoy mejor. La terapia dio resultados y bueno, la medicación es un mal menor. Gracias a los tratamientos podría decirse que he recuperado mi vida.
Si deseas compartir tu situación o tu experiencia como paciente con trastorno obsesivo-compulsivo, o la de algún conocido, deja tu testimonio. Quizá puedas ayudar a otras personas a identificar su problema y buscar ayuda.
Imagen de Porsche Brosseau en Flickr – CC – Atribución.